Las Manzanas Solidarias surgieron en el
barrio Guadalupe, de
la ciudad de Santa Fe, en medio de la crisis que padeciera
la Argentina
a fines de 2001, que llevó a muchas familias a sufrir una de las
consecuencias máximas de la pobreza y la exclusión: comer de la basura.
Sabíamos que desde
hacía tiempo, mucha gente en nuestro país comía de lo que se tiraba. Cuando
vimos en las calles de nuestro barrio a madres jovencitas, vecinas de las
zonas más pobres que circundan a Guadalupe,
alimentando a sus hijos de lo que rescataban de las bolsas, podíamos mirar
para otro lado o… hacer algo. Decidimos
tratar de hacer algo.
A un pequeño grupo de
mujeres se nos ocurrió que, tal vez, cada manzana del barrio podía
solidarizarse con una de estas familias, cuyo existir era tan pesado e
indigno que hasta tenían vergüenza de que alguien las viera comiendo basura o
de que les llamaran la atención por “desordenar” las bolsitas.
En la mayoría de
estas familias, los padres habían perdido la posibilidad de hacer la
changa diaria que les permitía comer. Porque la crisis económica fue de
tal magnitud que la clase media dejó de emplear mujeres para limpiar,
jardineros para cortar pasto; las empresas de construcción cesantearon
personal, en muchos casos con un simple “no hay más trabajo”, que
es lo que basta y sobra cuando se trabaja en negro. Quienes compraban vidrios
y cartones a los cirujas, también dejaron de hacerlo. La crisis neoliberal
había llegado a sus máximos extremos de inhumanidad e indignidad. Era el
¡sálvese quien pueda! Los vínculos de
toda una economía subterránea se habían roto. Se trataba entonces de rescatar
los vínculos solidarios.
Identificamos a estos
padres y madres, y también a aquéllos cuyos chicos pasaban pidiendo
cotidianamente y en distintas horas del día o de la noche. Charlamos con
ellos, especialmente con las madres, les tomamos algunos datos como nombres y
edades de los componentes de la familia, trabajo que buscaban, escuelas donde
iban (o NO iban los chicos), Nº de zapatilla, problemas de salud
especiales, etc.
Hicimos circular
entonces estos datos entre los vecinos que conformaban una manzana,
explicando en la misma hoja fotocopiada la propuesta solidaria. Allí se
informaba, además, la dirección y el número de teléfono de la vecina que
asumía la coordinación y el almacenamiento de todo lo que los vecinos de la
manzana podían aportar: comida que no se usa en buen estado, alimentos no
perecederos, ropa, calzado, etc. La coordinadora de cada manzana fue quien
asumió la relación con los padres y chicos de la familia pobre, haciendo de
nexo entre ella y los vecinos de su manzana. Esto generó entre la familia necesitada y la de clase media una
relación especial, de afectos y aprendizajes: una que sintió
no estar sola en medio del dolor y otra que aprendió cómo se vive en la
pobreza y las actitudes heroicas de quienes sobreviven con dignidad a pesar
las injusticias con las que ya nacieron. Se llegó a contar con más de 60 manzanas organizadas de esta manera.
El proyecto Manzanas Solidarias, tuvo desde un
principio, además de estos objetivos inmediatos de cubrir necesidades
urgentes, objetivos a largo plazo. Se organizaron talleres de apoyo escolar
para evitar que los chicos fracasaran y fueran expulsados del sistema
educativo; actividades recreativas y deportivas; construcción de bloques para
viviendas y huertas familiares; desinfección de animales domésticos;
talleres de costura, de salud, cocina, etc.
A medida que la
situación económica en algo se fue revirtiendo, a través de planes sociales
asistenciales y por el resurgimiento progresivo de trabajo, se puso mayor
empeño en ofrecer especialmente a los chicos espacios de recreación y
capacitación en un contexto de mucho afecto y comunicación. Talleres de Informática, Educación Sexual,
Periodismo, Teatro, Murga, Cooperativa de Huerta Orgánica, Juegos, Candombe,
Manualidades, Deporte, a cargo de profesores voluntarios o
de instructores ofrecidos por
la Universidad Nacional del Litoral o
la Secretaría de Deportes de
la Provincia ,
brindan cotidianamente oportunidades de capacitación y recreación a un grupo
cercano a los 100 niños.
Desde el 2004
Manzanas Solidarias se ha constituido legalmente como Asociación Civil, lo cual ha
consentido la presentación de algunos proyectos en programas estatales
de promoción, y la llegada de esporádicos recursos que se invirtieron para el
mejor funcionamiento de los talleres.
Somos plenamente conscientes
de que debería ser el Estado quien proteja y brinde oportunidades de
promoción a todos los que, por sus políticas equivocadas, quedaron excluidos
de tener una vida digna, con trabajo, salud, educación y vivienda.
Obviamente, esto será posible solamente cuando el Estado vuelva a asumir el
papel que supuestamente le asigna
la Constitución
, es decir al servicio de todos los
ciudadanos y no de unos pocos. En tal sentido, Manzanas Solidarias no dejan de
hacer propuestas y participar de actividades que apuntan en tal dirección.
Dado su presencia
activa y permanente Manzanas
Solidarias, forma parte de una red de instituciones que,
frente a diferentes situaciones de la comunidad, representa al sector más
pobre y marginado del barrio Guadalupe.
No podemos dejar de
hacer referencia a las muchas instituciones, que han colaborado de diferentes
maneras en el transcurrir de estos años:
la Parroquia de Guadalupe, el Club de Teléfonos,
la Cooperativa Setúbal ,
la Asamblea Barrial de Guadalupe, Caritas, las escuelas “Pedro de Vega”, Ntra. Sra. De
Guadalupe, Paula A. De Sarmiento, Talleres de la 2ª y 3ª edad de la
misma, la Asociación Bastiancontrario de Italia.
También muchos profesionales, vecinos y personas de otros países
aportan su “saber”, tiempos y recursos para sostener las
diferentes actividades.
La actual Comisión Directiva de
la Asociación Civil
Manzanas Solidarias está así constituida:
Objetivos generales de todos los
talleres de las Manzanas Solidarias
- Ofrecer a niños, niñas y
adolescentes, oportunidades de capacitación y recreación que les han
sido negada por pertenecer a sectores excluidos del sistema económico.
- Estimular el desarrollo de la
autoestima en un contexto afectivo a través de la capacitación y el
juego.
- Favorecer la conformación de
grupos a través de actividades compartidas.
- Lograr un uso creativo y
gratificante del tiempo libre.
- Favorecer la autogestión y la
toma de decisiones.
- Estimular el desarrollo de
capacitadores que pueda multiplicar las experiencias.
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